Un llamado a la decisión
No es solo una denuncia: es un dilema que nos interpela individualmente. Cada elección define si seguimos alimentando lo que nos consume o levantamos algo distinto, fundado en valor humano.
La ilusión que elegimos creer
Durante siglos, hemos actuado como si el dinero fuera la fuente del valor. Como si nada pudiera hacerse sin él. Como si solo quien lo posee tuviera voz, derecho, poder.
Nadie nos obligó. Fuimos nosotros quienes aceptamos la idea, quienes esperamos tener dinero para movernos, crear, vivir. Y cuando por fin lo conseguimos, lo entregamos de nuevo al sistema, comprando deseos ajenos.
Decidimos no actuar sin permiso. Decidimos ponerle precio a lo que compartimos. Decidimos desconfiar si no hay contrato. Así, la humanidad entera se detuvo por elección: esperando tener, en lugar de ser.
El dilema del valor
La Tierra no pertenece a nadie, pero vivimos como si fuese propiedad privada. Los recursos naturales no son mercancía, pero los vendemos como si lo fueran. El conocimiento no tiene dueño, pero lo encerramos tras patentes, muros y títulos.
El valor nunca estuvo en el dinero, sino en lo humano. Cada carpintero, soldador, médico, ingeniero, cocinero, agricultor o artista es una pieza esencial del gran organismo que somos. Sin embargo, lo olvidamos.
La economía que dormimos
La economía no es un mercado de precios, es la red que convierte necesidades en bienestar a través de capacidades compartidas. Pero la dejamos dormir.
- Permitimos que lo esencial se postergue y que lo verdadero se silencie.
- Elegimos creer que necesitamos lo que no necesitamos y que no podemos acceder a lo que es naturalmente nuestro.
- Nos sedujo la vida fácil: lujos sin esfuerzo, fama sin contenido, mostrar en lugar de hacer.
Pero el valor sigue estando en lo real, no en lo viral.
El punto de inflexión
Hoy enfrentamos un dilema: seguir esperando que el sistema cambie o asumir que el cambio comienza en cada decisión.
Imaginemos una economía viva, cooperativa, sin intermediarios absurdos ni permisos comprados. Un sistema basado en la activación real de capacidades humanas, en la conexión entre quienes tienen con qué y quienes tienen para qué.
Activar oficios
Recuperar saberes y prácticas locales.
Liberar acceso
Remover barreras para recursos y herramientas.
Conectar propósito
Enlazar proyectos con gente que tiene por qué.
Y devolvemos a cada persona la certeza de que sí puede, porque no está sola, porque lo que necesita ya existe, porque lo que sabe hacer ya vale.
La declaración
Esto no es un manifiesto. Es una decisión colectiva.
Ya no se trata de quién tiene, sino de quién hace.
Ya no necesitamos pedir permiso. Ya no estamos a la venta.
Somos SINAPP. Somos el recurso. Somos el cambio.

